Hoy recordamos la valentía de las mujeres trans, lesbianas, negras e inmigrantes que, en 1969, en las revueltas de Stonewall, se levantaron en contra de la brutalidad policial, tras ser sistemáticamente perseguidas y acosadas por el departamento de policía de Nueva York.
Hoy, que las patronales explotadoras se tiñen de arcoíris para llenar sus bolsillos en nombre del amor; hoy, que Estados genocidas como el de Israel se venden como el paraíso para la diversidad sexual, recordamos que en este mundo construido por manos obreras nunca hubo ni hay aún lugar para la vida digna de la clase trabajadora, recordamos que la brutalidad policial es lo que los aparatos estatales tienen para la diversidad sexual y que nuestro lugar en este sistema es siempre el del sometimiento. Por eso, nuestra única respuesta debe ser la rebeldía organizada.
Recuperar el carácter revolucionario de esta fecha es fundamental para hacer frente a un Estado como el paraguayo, que enarbola discursos de odio en la Asamblea de la OEA, declarándose provida, mientras las muertes de mujeres trans, como la de Gabi Cabrera (asesinada en San Lorenzo en el 2021), siguen sin ser condenadas por la justicia.
Creemos importante también denunciar en esta fecha el aumento de la persecución por parte de las fuerzas policiales a través de los Linces contra jóvenes trabajadores LGBT, quienes son hostigados en las plazas y en las calles por ir de la mano o demostrar afecto.
El cartismo, como actual gestor del Estado capitalista en Paraguay, es el principal enemigo de la diversidad. Por ejemplo, vemos su concentración a través del "Plan Sumar" en barrios populares que deriva en un aumento de la criminalización de la juventud de estas zonas. Tampoco podemos olvidar que apenas hace unos meses, Carlos Jiménez, ministro de Agricultura, discriminó públicamente a jóvenes homosexuales, negándoles su derecho a la educación en las escuelas agrícolas.
Sabemos que aún existen instituciones educativas que niegan matrículas a personas de la diversidad. Los jóvenes, estudiantes, trabajadoras y trabajadores LGBT en Paraguay sufren todo tipo de humillaciones, sumadas a las terribles condiciones de trabajo, sin seguridad social o algún futuro para la jubilación.
La juventud comunista comprende el Día del Orgullo como un día de celebración de la rebeldía y de la memoria colectiva. Ante los problemas que enfrentamos las, los y les trabajadores de la diversidad como son la discriminación sexual, el acoso laboral, la violación de la intimidad al obligarnos a test de VIH para acceder a un puesto de trabajo, más la precarización laboral e informalidad, exclusión del mercado laboral y sometimiento al trabajo sexual acompañado de persecución policial o la migración, solo nos queda organizarnos políticamente para destruir este sistema y construir una nueva sociedad donde todas las personas sin ningún tipo de diferencias puedan desarrollar sus pasiones y talentos.
Hoy nos sumamos a la celebración del orgullo, pero no al orgullo superficial de las marcas, sino al orgullo de clase, de nuestra historia colectiva de rebeldía como clase trabajadora y diversa.
¡A destruir todo lo que deba ser destruido!